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LOS QUE MUESTRAN EL CIELO

 

 

ENTRE PÁJAROS

«Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo».

ORTEGA Y GASSET

 

El mundo de los alados recién comienza…

Es increíble como se fue colando en mi vida, poco a poco la invadió, más allá que recién nos estamos conociendo con sus habitantes, pues si bien desde hace un buen tiempo andan llamando a mi atención y he tenido alguna que otra interacción con ellos cuando  se han cruzado con mi camino, no lo fue como en estos momentos está siendo, pienso yo que es por esto del «retiro» por el Coronavirus, en donde la forma de relacionarse está cambiando, hay que ir creando nuevas y amoldándose con aquellos que uno tiene cerca y ellos  han sido a los que más al lado tengo.

La vida me encerró en un patio, donde aparte de paredes solo hay dos rectángulos que miran al cielo, por ahí lo que pasan son los pájaros y de ahí que se fue dando todo.

Las circunstancias, llevaron a que esto se diera, entonces hay que aprender lo que ellas tengan para enseñarnos, en última instancia a cultivarnos vinimos a este mundo.

Todo parecía que decía, aprende a volar o lo que era más a flotar, elévate, es la única forma de sobrepasar la circunstancia que se vive en esta actualidad.

Todo comenzó por prestarle atención al Tenor ese emplumado ser de cabeza roja, que tenía una entonación que es un disfrute, todos los adornos que usa para ejecutar su «bel canto», por él me empecé a fijar en los que llegaban a cantar, pues eran varios, sin embargo voz como la suya no había, era indiscutible que en eso era único.

HISTORIA DE ANIMALITOS: EL TENOR

Él no solo repetía lo enseñado sino que le ponía de su propia creación, lograba unas frases musicales dignas de detenerse a escucharlas, frenaba lo que estuviera haciendo, para volcarme a ese gozo total que era dejarme ir en esas vibraciones.

Andaba dando vueltas en los alrededores, con su banda atravesaban por el patio de la casa, la última vez que lo vi estaba con ellos, el sonido de su canto era inconfundible.

Se detuvieron unos momentos en el lugar en donde él siempre entonaba su canción, cada uno en una varilla de esas que están en el techo, lanzó su canto a los cielos para luego salir rumbo a su libertad. No lo volví a escuchar, ni a ver.

 

 

Después fue la tortolita que se aparecía en el techo y comenzaba con su arrullo, me gustaba escucharla se me hacia como un sonido muy de arrumaco, dulce, suave.

Le tenía miedo a la cámara, apenas la veía se desaparecía, quería tener alguna foto de ella, la andaba persiguiendo, aunque fuera parada en el techo. No se daba.

Sin embargo ya estamos en un acercamiento  que todavía no se puede decir que posa sin embargo parece que va rumbo a hacerlo.

Las golondrinas, fueron otras con todas sus piruetas en la corriente de aire de arriba del patio.

Indudablemente fijando mi atención en ellos los llamé y luego para peor les puse alimento, el acabose, ya había firmado mi sentencia,  había sido aceptada por el mundo alado.

 

Por ahora estable son las tortolitas y la familia de gorriones con su hija que grita y grita para que le den de comer, con tal afán que ensordece.

Dicen que en un nido de gorrión al que mejor ejecuta el sonido necesario es al que alimentan más y primero, por lo tanto es un arte dentro de su forma de vida que especializan desde muy pequeños. La madre es la encargada de enseñarles las resonancias, la forma de emitirlas y la verdad que esta bicha tiene unos pulmones que merecen todo mi respeto y quien le enseñó a hacerlo obtiene felicitaciones, pues con tal de callarla se hace cualquier cosa, también pensé que podría ser hija única de padres primerizos.

Para colmo como ahora vuela y se ve que anda suelta pero todavía no come sola, cuando le da el hambre se viene y se para  en la pared del patio y ahí chilla y chilla para que llegue alguno de sus padres a atenderla, generalmente es la madre, aunque el padre no se ha distanciado de los momentos importantes del aprendizaje.

Cuando recién los conocí me llamaba la atención que tanto el padre como la madre iban y venían todo el día, agarraban un poquito de la comida que le había puesto y se iban, para regresar al momento, así todo el día.

No entendía mucho su conducta, hasta esa tarde en que todos andaban alborotados enseñándoles a volar a los hijos y fue cuando me percaté que la pareja que venía era una de la que estaba instruyendo a su pichoncita en el arte de permanecer en el aire.

 

 

DESDE LA VENTANA: LA LLEGADA DE LOS ALADOS

 

Ese ir y venir incesante era debido a que estaban alimentando a ese ser que ahora estaba aprendiendo a volar, cosa que ya dominaba bastante, tanto así que después de ese día, llegó al patio en compañía de sus padres.

Los tres se instalaron en la pared, y ahí ella, la pequeñita, la dulzura, la suavidad, comenzó a clamar con una agudeza que el padre bajó automáticamente al piso tomó alimento y se lo llevó, se lo dio de comer en el pico, volvió a gritar con más vehemencia y la acción se volvió a repetir, pero esta vez fue la madre, para luego salir volando y los padres detrás.

 

Luego de ese momento ya venía indistintamente uno u otro, aunque la madre se aparecía más, también pasaba más tiempo en el patio, era como si descansara, tenía todo el alimento que necesitaba, se ahorraba el trabajo de irlo a buscar y ahí se quedaba picoteando para un lado, picoteando para el otro, saltando con pequeños brinquitos, con la tortolita la cual es una habitué ya del mismo.

 

 

Todo un personaje la gorrioncilla, difícil de fotografiar he querido hacerlo sin embargo es tan sensible y perceptiva que el menor movimiento, ruido, viento lo que sea que rompa con la vibración del instante provenga de donde provenga,  por más tenue que sea, lo capta y sale volando, se sube al techo y desde ahí mira.

 

 

El padre sigue apareciendo diario a comer no tantas veces como las féminas sin embargo se da sus vueltas. A veces se encuentran todos.

Por varios días este fue el sistema, la bicha llega grita, grita, viene la madre o sube si está en el patio, la alimenta en el techo, va y viene, hasta que un día, frente al llamado llegaron juntos los padres a atenderla.

La madre bajó a donde estaba la comida y desde abajo le hacía un sonido mientras que el padre la alentaba a que bajara al piso, así lo hizo.

 

 

Ahí la madre le dio la comida. Me imagino que todo un logro para el grupo, otro paso camino a la autonomía.

 

 

En este paso está la alimentación de la pequeñita, ya les seguiré contando qué es lo que va sucediendo con estos minúsculos seres que son el encanto, la alegría y también de un movimiento constante.

Eso sí, es un momento muy álgido en el mundo alado, no hay tranquilidad, ni tiempo de sosiego, todos andan como loquitos, las golondrinas que venían a jugar en la corriente de aire, ya ni se aparecen, se las ve surcar el cielo muy aceleradas, calculo que también están criando y bueno en esa época no hay muchos instantes disponibles para dedicarse a las distracciones, por lo que se les puede observar y luego me imagino que volverá todo al inicio a construir el nido, a esperar los nuevos nacimientos y antes de ello un rato de juego.

 

MÉXICO

 

«…Todo comenzó un día..

…..Esa sensación de libertad….

……..De no sentirse amarrado a nada……..

…………De no necesitar tener los pies en la tierra…………»

 

 

CUANDO LOS PÁJAROS SE ACERCAN

DESDE LA VENTANA: LA LLEGADA DE LOS ALADOS

 

 

 

 

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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!

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8 comentarios en “LOS QUE MUESTRAN EL CIELO

    1. Gracias, ahora hay tiempo para irse metiendo en situaciones que antes pasaban por delante sin ninguna trascendencia.
      Trabajemos con nosotros mismos para ser cada vez mejores.
      Otro abrazo para tí y tambi´n cuidate mucho

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    1. «Siglo veinte, cambalache
      Problemático y febril
      El que no llora no mama
      Y el que no afana es un gil»

      Del tango del gran Discépolo

      Así es Eva, esa gorrioncita lo aprendió muy bien y lo aplicó de maravilla.
      Son de una actividad a veces frenética, lo que he observado es que son por periódos, es que estoy viviendo entre ellos. Toda una historia.
      Te mando un abrazo grandote

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