“La Cumparsita es el peor de todos los tangos…
de los más espantosamente pobres del mundo,
pero tiene una magia inexplicable.”
Astor Piazzolla, en una visita a Montevideo.
En Uruguay en el 2017 se estaba festejando los 100 años del tango “La Cumparsita”, de Gerardo Matos Rodríguez, ” Becho”, compuesto por él cuando era estudiante de arquitectura, a los 20 años y tocado por primera vez en el bar “La Giralda”, ubicado en donde ahora se encuentra un edificio emblemático de Montevideo, el Palacio Salvo.
Era una marcha que se volvía tango, dicen algunos pues supuestamente la había creado para el desfile de carnaval donde los estudiantes de la FEUU (Federación de Estudiantes Universitarios de Uruguay) tenían una comparsa, con la que salían en la noche, aunque hay otros que desmienten tal versión y dicen que siempre fue tango.
Que lo de “marchita” salió de las palabras del maestro argentino Roberto Firpo, uno de los grandes del tango de la época y quien le hizo los primeros arreglos, ya que los estudiantes se la llevaron a él para que la escribiera, pues el autor no sabía hacerlo, como quien dice tocaba de oído y cuentan que era sorprendente, escuchaba una pieza una vez y era capaz de reproducirla perfectamente.
El maestro Firpo fue quien la estrenó.
Cuenta la historia que fue tan estruendoso el debut, que se tocó muchas veces y a todo el mundo que la escuchó, lo enganchó.
Muchas personas fueron parte de ella, cada una poniéndole su aporte para que trascendiera en el tiempo, distintos arreglos, distintas letras, distintas formas de cantarla, más allá que Carlos Gardel fue quien la inmortalizó, en su versión: “Si supieras”, letra creada por los argentinos Pascual Contursi y Enrique Maroni.
Es una pieza que tiene la flexibilidad para quien quiera pueda ponerle sus ajustes y sentirse parte de ella, ya que sus posibilidades parecen no tener fin.
Nacida de forma simple y sencilla como nace todo aquello que surge de la Fuente misma, una estructura base que puede ser alimentada hasta el infinito sin perder la esencia de su creación.
Como dijo su mismo autor fue “un momento mágico…”, una gran fiebre le hizo llegar los sonidos, no podía acercarse a su piano por el estado de debilidad en que se encontraba, con miedo a que se le olvidara la melodía, en un pianito de cartón que se había construido con las notas dibujadas, la ejecutó, para que su hermana escribiera el primer bosquejo, del que sería : el “HIMNO” de los TANGOS.
En homenaje a ella se realizaron una serie de eventos, uno que llamó mi atención fue: LA CUMPARSITA CON TAMBORILES, que se iba a realizar en la previa a la Gala que se desarrollaría en el Teatro Solís.
Antes de eso iba a haber diferentes milongas, llamados así a los espacios en donde se juntan a bailar tango, todos aquellos seguidores de este ritmo rioplatense que cada día son más, sin importar el sexo, el género, la raza, ni la edad.
Tango, carros de los años 20, tamboriles, era algo que había que mirarse, estar en ello, participar de ese devenir.
Allá me fui a Montevideo, a ver con qué me encontraba.
Llegué al Palacio Salvo, ya entrada la tardecita, vislumbré la movida cuando vi una serie de autos de los años 20 estacionados, cuando iba cruzando la avenida la música de un tango ratificó que ahí era la milonga.
Me fui metiendo dentro del movimiento, donde distintas épocas coincidían, el presente y el pasado cohabitaban como dándose la aceptación.
Las cachilas estacionadas en batería lucían deslumbrantes, con seres que se paseaban vestidos con antiguos atuendos o luciendo un detalle de esa época, poco a poco me iba sumergiendo en la vibración del momento, donde muchas escenas semejaban tiempos pasados.
El edificio tiene unos pasillos de arcos que guardan mucha historia, donde palpita una energía muy fuerte, a la puesta del sol el lugar se vuelve misterioso, ahí estaban bailando, lo que creaba una magia especial del instante.
El mate esa bebida que los uruguayos llevan a todas partes, que no puede faltar en cualquier evento que se realice, daba la vuelta entre un grupo que pacientemente esperaba su turno, mientras se deleitaban viendo bailar.
Fui caminando despacito mezclándome entre los que bailaban, sentía sus vibraciones, su corazón metido en la danza, en el festejo para honrar al “Tango de los Tangos”.
El tiempo detenido fue pasando sin dar ninguna advertencia hasta que un remate de acordes dio por terminada la función, para seguir camino al Teatro Solís donde se desarrollaría la Gala y la Gran Milonga, pero eso es otra historia…
Montevideo – Uruguay
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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!
Gracias por rebloguear. Un abrazo
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Excelente historia!!
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Me alegra mucho que te haya gustado. Pasa lindo día.
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Reblogueó esto en A festa é boa para pensary comentado:
“Tango que me hiciste mal y sin embargo te quiero”.
Tinha acabado de passar pelo Palácio Barolo em Buenos Aires no momento em que recebi o post de sua réplica montevideana: el Palacio Salvo.
Salve o dia do trabalho, o tango, o Samba e a cultura popular!
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¡Qué bueno!, ver a los gemelos en esa supuesta “coincidencia”. Gracias por el comentario y el reblogueo. Un abrazo
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Gracias por el aporte. Me tomo lá libertar de rebloguearlo. Abrazos
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Hola Jorge, gracias por el reblogueo. Un abrazo
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Si la historia es interesante, la música preciosa y tu relato magnifico, la luz de las imágenes contiene una magia capaz de enamorar. Un abrazo.
Sombra que pasas de soslayo
levitando a nuestro lado
muéstranos el camino
para aprender a mirar.
¡Hala!
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¡Qué lindo lo que escribes!, gracias por tus palabras, por tus versos que me abren, me señalan un camino y me animan a seguir. Un abrazo grande muy grande
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